viernes, 3 de abril de 2020

HIPNOS Y TÁNATOS, EL SUEÑO Y LOS LÍMITES DE LA CONSCIENCIA por Luis Sazatornil

La sensatez nos dice que las cosas de la Tierra bien poco existen, 
y que la verdadera realidad solo está en los sueños.
(Charles Baudelaire, Los paraísos artificiales, 1860)

Según la mitología griega, Hipnos y Tánatos eran hermanos gemelos. 
Tánato o Tánatos (en griego antiguo Θάνατος, thánatos, ‘muerte’) era la personificación de la muerte no violenta (incluso suave).1
 y, por su parte, Hipno o Hipnos (en griego antiguo Ὕπνος, hýpnos, que significa literalmente ‘sueño’ o ‘sopor’) era la personificación del sueño y considerado en la Ilíada (14: 231), hermano de Tánatos. Ambos eran hijos de Nix (la Noche), quien los concibió sin intervención masculina («sin haberse acostado con nadie», Ilíada, 14: 213), aunque en tradiciones posteriores se menciona que Hipnos tenía por padre a 
Érebo (la Oscuridad), haciendo de Tánatos su hermanastro: «Parió la Noche al maldito Moros, a la negra Ker y a Tánato; la Noche parió también a Hipnos y engendró la tribu de los Sueños»2.

Hipnos es presentado como un dios de dominación, «señor de los dioses y 
de los hombres» (Ilíada, 14: 233), pues nadie puede resistirse al sueño, ni siquiera Zeus. Pero, aunque ambos son «terribles dioses», Hipnos, a diferencia de su hermano, es «dulce para los hombres», como afirma Hesíodo en su Teogonía
(759-767):

1.La muerte violenta era el dominio de sus hermanas las Keres, amantes de la sangre y asiduas del campo de batalla.
2.Hesíodo, Teogonía, versos 211-213. 
Traducción de A. Pérez Jiménez y A. Martínez Díez, Hesíodo, Obras y fragmentos, Madrid, Gredos, 1978, p. 80.

Eros y Thánatos. Reflexiones sobre el gusto III

Allí tienen su casa los hijos de la oscura Noche, Hipnos y Tánato, terribles dioses;
nunca el radiante Helios les alumbra con sus rayos al subir al cielo ni al bajar del cielo. Uno de ellos recorre tranquilamente la tierra y los anchos lomos del mar y es dulce para los hombres; el otro, en cambio, tiene de hierro el corazón y un alma implacable de bronce alberga en su pecho. Retiene al hombre que coge antes, y es odioso incluso para los inmortales dioses.3

Según parece, el culto a Hipnos en la Grecia antigua no fue tan frecuente
como el dedicado a su hermano Tánatos, a pesar de algunas observaciones aisladas sobre sacrificios a las Musas y a Hipnos. Fue, más bien, una figura literaria y
una metáfora del sueño como letargo espiritual que prefigura la muerte.4
Según Homero y Hesíodo ambos hermanos rivalizaban cada noche por ver quién se
llevaría a cada hombre, mientras Hipnos imitaba a su hermano gemelo anulando las actividades de los hombres mediante un sueño que simulaba la muerte.
Hipnos habitaba, junto a Tánatos, en un palacio subterráneo cercano al de
Nix. Aunque, según otras fuentes (Odisea, 13: 80; Virgilio, Eneida, 6: 278),
moraba en una cueva oscura, impenetrable a los rayos del Sol, tal vez en la isla
de Lemnos, mientras el río Lete (el río del Olvido) deslizaba suavemente sus
lánguidas aguas con un leve murmullo que invitaba a dormir. En el centro del
palacio reposaba el dios sobre blandas plumas, en un lecho de ébano rodeado
de cortinajes negros y apaciblemente sumido en toda clase de Sueños.
La entrada estaba rodeada de amapolas y otras plantas hipnóticas y allí vigilaba Morfeo,ministro del Sueño, para impedir el más leve ruido que pudiera afectar a su
descanso.5

Este Hipnos tiene su equivalente romano en el Somnus de Ovidio(Metamorfosis, 11: 585-630), adormecido por el poder soporífero de las amapolas que Nix ha puesto delante de su caverna y que le permiten engendrar a
sus hijos, los sueños.
La Ilíada (14: 276) relata la fábula mitológica en la que Hera promete a
Hipnos que, si adormece a Zeus, le dará por esposa a Pasitea, las más joven
de las Gracias. Hipnos accede, pero cuando Zeus despierta iracundo pretende
arrojarlo del Olimpo y debe intervenir su madre Nix, demostrando el poder que ejercía sobre los dioses y los hombres.

3.Ibidem, p. 105. Ramnoux, C., La Nuit et les enfants de la Nuit dans la tradition,grecque 
París, Flammarion, 1959, p. 11; Plácido, D.,
«La noche en la cosmogonía de Hesíodo», 
ARYS, 8 (2009-2010), pp. 35-42.
4.Van Der Toorn, K.; Becking, B., y Van Der Horst, P. W. (eds.), Dictionary of Deities and Demons in the Bible, Leiden, Brill, 1999, pp. 438-439.
5.Humbert, J., Mitología griega y romana, Barcelona, Gustavo Gili, 1985, pp. 113-114.

1. Fernand Khnopff. Cabeza de Hipnos, 1897. Hamburger Kunsthalle.

La descendencia de Hipnos y Pasitea estaba formada por mil hijos, los Oniros, y los tres más importantes aparecían en los sueños de los reyes: Morfeo, Iquelo (o Fóbetor) y Fantaso (Ovidio,

Metamorfosis, 11: 633-649).

En el arte, Hipnos es retratado como un hombre joven desnudo y con alas en los hombros o las sienes [fig. 1]. También aparece en ocasiones con barba, parecido a su hermano Tánatos. A veces es representado como un hombre apaciblemente dormido en su lecho de plumas, acompañado de una serie de atributos: un cuerno del que caen gotas de líquido somnífero (opio), un tallo de amapola, una rama de la que gotea el rocío del río Lete o una antorcha invertida. Se conserva una elegante representación de Hipnos en el Museo del Prado, copia romana en mármol de una escultura helenística del siglo II a. C.6

Aunque desaparecido durante siglos de la iconografía, a finales del siglo XIX
sus símbolos (especialmente el mundo de las flores, particularmente las adormideras y amapolas) y su representación se recuperan, bien que, puntualmente, como forma de expresión de la inquieta búsqueda sobre las fronteras del sueño
y la consciencia. En esta línea algunos artistas plásticos, ligados a la sensibilidad decadentista y simbolista, inician una búsqueda estética que tiene raíces espirituales y que pretende descubrir el «ojo interior», explorando percepciones que los sentidos no podían registrar y que no se podían verificar por otras fuentes.

De ahí que muchos artistas simbolistas sean, aún hoy, difíciles de interpretar.
Algunas de estas búsquedas recorren los límites de la consciencia, en un tiempo en el que ciertos sectores de la sociedad se fascinaban por la interpretación de los sueños, la hipnosis, el ocultismo, la videncia, la magia o los efectos alucinatorios de algunos entenogenos.

6.Schröder, S. F., Enciclopedia del Museo del Prado, t. IV, Madrid, Fundación Amigos del
Museo del Prado, 2006, pp. 1286-1287.


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